Bienvenido/a seas a mi humilde morada.
Perdona que no sea cálida u hogareña, pero como ya habrás podido observar, es un cementerio.
¡OH, si! Se lo que piensas… ¿Que qué haces aquí? ¿Qué no sabes como llegaste? Y la que más me gusta de todas ¿estoy muerto/a? … Tranquilo/a no estas muerto/a , pero por alguna razón has llegado hasta aquí , quizá debas aprender algo o todo lo contrario nosotros de ti, no temas, conozco mucho de esos “vivos” de los que te rodeas que están más muertos que todos nosotros juntos, te explicare un poco como funciona para que vayas entendiendo. ¿Alguna vez has pensado que ocurre con todos esas ideas y pensamientos que no se dicen, que no se realizan? Mueren, si has oído bien, mueren. Todas esas palabras que nunca dijiste, esas cosas que nunca realizaste o compartiste… están muertas…pérdidas en un limbo de silencio, vagando sin encontrar su meta final, la mayoría de vosotros los “vivos”, pasáis por la vida tan veloces, que muchas veces ni os percatáis y otras es tan sumamente tarde que solo podéis lamentaros.
Te brindo la oportunidad de que te expreses, de que compartas con nosotros todo lo que quieras verdaderamente es lo que te hará estar vivo, ya que no esta más vivo el que tiene un corazón latiendo en su pecho, sino el que realiza, experimenta, aprende… todo ello emerge de una idea, te invito a que tus ideas no caigan en saco roto y que te puedas sentir un poco más vivo….
Mi oferta ya esta hecha, tu decides, puedes ir venir a tu antojo, esta es tu casa, recuerda que un día serás uno de nosotros y ya no podrás volver (por lo menos no de la misma forma), lucha por que cuando llegue ese momento no hayas de lamentarte….
Ve en paz, esperaremos tu regreso antes o después….

miércoles, 10 de marzo de 2010

En el transcurso de la noche…


. Sábado 20.30
La mesa ya estaba puesta, solo para dos, él y yo…
Últimamente nos estamos descuidando, demasiado trabajo por parte de ambos, necesitamos un respiro, romper la rutina.
“Sé que John vendrá cansado del trabajo, pero una buena cena, una conversación agradable y lo que surja es difícil de descartar”, sonrío al ser consiente de mis propios pensamientos. Coloco en la mesa las flores y el vino que compré esta tarde, quizás el vino debería dejarlo aún en la terraza hasta que vayamos a cenar, Sí mejor así.
Enciendo unas velas y las pongo también en la mesa, con cuidado de que no estén excesivamente cerca de las flores para que no se estropeen. Creo que la mesa luce perfecta.
Me dirijo a la cocina, el aroma de la sopa me embriaga, ¡uhmm!, que rica huele, me acerco al horno y le doy la luz para ver que tal están la carne y las patatas, tienen un aspecto dorado tentador ¡están casi apunto!, abro la nevera para emplatar el postre y sacarlo de la caja, el postre no lo he hecho yo pero es su postre favorito, tarta de chocolate con fresas, seguro que no le importa.
Voy a quitarme el delantal y ponerme el vestido ¡si me descuido me va pillar sin arreglar!

20.45
Suena el teléfono
- Sí, dígame.
- Clare, cariño soy yo.
- ¡Hola amor! ¿no deberías estar ya de camino?
- Precisamente por eso te llamaba cielo, tengo mucho trabajo y me voy a quedar en la oficina ha acabarlo.
- Pero John ¿es necesario que lo acabes hoy? Es sábado y llevas toda la semana sin parar.
- Lo cierto es que no es necesario, pero me lo quiero quitar ya, sino luego se me acumulan las cosas, además Clare esto ya lo hemos hablado antes, no es momento de hacer una escena
- No lo pretendía lo siento.
- No pasa nada nena, cenaré algo por aquí, cualquier cosa, que la cafetería del edificio ya está cerrada, no me esperes despierta ¿vale?
- De acuerdo…
- Que descanses, un beso cariño.
- Igualmente, te quiero

Al colgar el teléfono, no se describir exactamente como me he sentido, me sentía estúpida, sentía ira, frustración pero desde luego mucha tristeza…

21.00
Me seco estas absurdas lágrimas, ¡he tenido una idea perfecta!
Cenar tiene que cenar, y en lugar de cenar cualquier cosa, ¡aquí le espera una cena deliciosa!, y quien dice aquí dice en la oficina, ¿Qué hora es? Las 21.00, debo darme prisa o pedirá algo de cenar, recojo la comida, el vino y las flores, las velas ya las utilizaremos en otra ocasión, las soplo, apago la mecha y salgo corriendo al coche.

21.20
Está empezando a chispear, pero ya casi he llegado al edificio, toco la bolsa de la comida para ver si aún sigue caliente, sí, aún conserva el calor. Aparco el coche en la calle enfrente del edifico, podría aparcar en el parking pero tendría que pedir una autorización y perdería más tiempo
El guardia de seguridad me abre la puerta, es George, un señor mayor que lleva aquí casi desde que yo recuerdo, tiene cara de preocupación.
-Clare ¿va todo bien?
-Sí, George , es que el señor Leyton me comentó que iba ha echar unas horas y le traigo la cena.
-¡Ah! Me asusté al verte a estas horas por aquí, pero pasa muchacha no te quedes en la puerta.

Me costó pasar con las bolsas y las flores.
-¡Pero chica! ¿Cuanta comida llevas ahí?, permíteme que te ayude. ¿Has traído cena para el señor Leyton, o para todos los que están realizando horas extras? –Comenta entre risas-
- Lo cierto es que abulta mucho pero luego no es tanto, ¿sabe usted si hay algún compañero del señor Leyton trabajando con él? No le pregunté y quizás debería haber traído algo más de comida si hay más gente.
- No, no hay nadie de su departamento, bueno yo acabo de entrar ahora a las 21.00 para hacer el turno de noche, pero en el tablón anotamos la gente que se queda de cada departamento y en el suyo no hay nadie, además de él ¿ves?.
-Me acaba de quitar un gran peso de encima George, ¡Muchas gracias! Por cierto ¿usted ha cenado?.
-Jajaja, si Clare yo ya vengo cenado y mas que cenado jaja pero gracias, y suba que se va quedar frío.
-Es cierto, hasta luego George.
-Hasta luego niña.

Llamo al ascensor, pensando en George ,él me conoció cuando mi padre se hizo propietario y jefe del edificio y desde entonces hasta ahora para él sigo siendo la niña de siete años que conoció, es encantador.
Me meto en el ascensor y doy al número 11, dejo las bolsas apoyadas en el suelo, me duelen un poco las manos, me las miro y las tengo rojas del peso.
Llegamos a la planta 11, las puertas del ascensor se abren, recojo las bolsas del suelo y me dirijo hacia el despacho de John, escucho su risa y la de una mujer, está claro que alguien ha hecho mal su trabajo. En el tablón solo ponía que estaba John, se ha debido traspapelar o un cambio de última hora, bueno, de aquí podemos sacar comida para tres.
La puerta del despacho está entreabierta, dejo las bolsas en el suelo para llamar a la puerta, una de las bolsas se ha vencido por su propio peso y abre la puerta de par en par, trayéndome a la realidad.
Nadie había hecho mal su trabajo, ningún papel se había traspapelado y no hubo ningún cambio de última hora…
La mujer que allí estaba era mi mejor amiga Rose, no había constancia de ella porque no trabajaba, allí era una invitada de John, por eso no aparecía en el tablón.
La imagen que ví, me dejó petrificada sin habla ni aire, como un maniquí.
Ella estaba sentada sobre él, encima del sillón del despacho con la camisa blanca entreabierta, dejando al descubierto su voluptuoso pecho cubierto por un provocativo sujetador de color escarlata y negro y John jugueteaba con su largo y liso pelo negro. El ruido de la bolsa al caer les hizo que se giraran hacia mí. John tenía en los labios manchas de su carmín, en cuanto me vieron se pusieron rápidamente en pie. Rose intentaba abrocharse torpemente la camisa y John venía hacia mi, me estaba hablando, pero no podía oír lo que me decía, solo veía como se movían sus labios. Cuando llegó a mi altura me agarró del brazo y se me cayeron las flores al suelo, se esparcieron un montón de pétalos de colores en la moqueta. John me agarró la cara y puso sus ojos a la altura de mis ojos, veía sus labios moverse y con una voz lejana que me sacó de mi estado de shock, oí como me decía, “No es lo que parece Clare”. Me deshice de él como pude y salí corriendo al ascensor. Apreté ansiosa los botones con miedo de que le diera tiempo de meterse en el ascensor, las puertas se cerraron poco antes de que él pasara. Rompí en llanto, en un llanto desconsolado, mi prometido con mi mejor amiga, era inimaginable.

21.25
Las puertas del ascensor se abrieron y salí corriendo, dí gracias que en esos momentos George estuviera haciendo la ronda en otra parte del edificio, se abría asustado al verme en tal estado y yo hubiera sido incapaz de explicarle nada.
Abrí la puerta del edificio, la ligera lluvia parecía haberse fusionado con mi estado de ánimo y caía con más violencia.
Salí corriendo todo lo rápido que pude hacia el coche, lo abrí, me metí dentro e introduje la llave en el contacto, no sabía si podría conducir, me temblaban las piernas con gran violencia, tenía que irme de allí, es más, lo quería y lo deseaba, pero mi cuerpo no parecía mío, no me obedecía seguía, sumido en una extraña danza. Entonces así de repente recuperé la fuerza que me faltaba, fue al escuchar la voz de John pronunciar mi nombre y ver su silueta a través del espejo retrovisor. Puse la mano en el contacto y arranqué el motor, vi como su imagen se hacía mas y mas pequeña, mientras yo me dirigía a… ¿A dónde? ¿A dónde iba a ir? No podía volver a casa, por lo menos esta noche, ni quería ir a casa de mi padre. Desde que murió mama, estábamos mucho más unidos, pero se que este dolor que sentía era inconsolable, necesitaba estar sola. Tenía frío, estaba mojada, enojada y profundamente dolida y triste, otro absurdo desengaño que añadir a mi estúpido libro de sueños, ilusiones y proyectos. En aquel preciso momento como un relámpago de la tormenta que ahora bañaba la ciudad, lo vi claro, Cross Ville, iría a la casita del pueblo, tenía tantísimos buenos recuerdos de allí. Las tardes de invierno jugando al ajedrez con mama junto a la chimenea, las tartas o bizcochos que hacíamos los días de lluvia o nieve que no se podía salir, (parece que aún conseguía olerlos), los largos paseos por la pradera, el gatito de la vecina Will que se colaba, y siempre le poníamos un pequeño bol con leche caliente, el cual nos agradecía jugueteando luego en nuestro regazo…sí, ahí es donde ahora debía estar. Tardaría algo más de una hora, pero que más daba, no tenía prisa, nadie me esperaba, solo mi deseo de encontrar tranquilidad para este pobre corazón.

22.45
Continúa lloviendo, mientras dejo atrás el cartel que anuncia “Bienvenido a Cross Ville”. Ya estoy aquí, aparco el coche frente a la casa y me dirijo hacia la puerta de entrada, miro a mi alrededor para ver que nadie me observa e introduzco la mano en la maceta que esta al lado de la puerta, enseguida noto la llave, abro la puerta y a pesar de la oscuridad, siento una agradable paz. Enciendo las luces y me dirijo hacia el cuarto de la leña, cojo un par de buenos troncos y los hecho en la chimenea, con una cerilla prendo un poco de carbón para que vayan quemándose los troncos, pero son tan gordos que tardarán un rato en desprender calor. Abro mi bolso y cojo la carpeta de la boda, con la información del restaurante, la confirmación de algunos invitados, la preparación de las mesas, las medidas y diseños de mi traje… lo tiro a la chimenea, y comienza arder con gran furia, o quizás eso quieran ver mis ojos. Me quedo atónita mirando ese baile de llamas desprendiendo colores rojizos y naranjas.
Siento frío, mi ropa está empapada, llevo meses sin venir, pero aquí también tengo ropa en mi habitación, me daré un baño caliente. Me quito el abrigo y lo dejo en el perchero de la entrada, me quito los zapatos y los dejo también allí. Comienzo a cruzar el pasillo descalza para ir a las escaleras y subir a la que desde niña siempre ha sido mi habitación, ahora verdaderamente me siento en casa.

23.00
Mi habitación sigue como siempre, mis muñecos y mis libros parecen alegrarse de verme, hay una ligera capa de polvo. Papa debe hacer mucho que no viene, creo que le recuerda demasiado a mama. Mañana limpiaré toda la casa, quedará preciosa como siempre.
Voy al cuarto de baño justo al lado de mi habitación, abro los grifos de la bañera y regulo el agua a una temperatura agradable, pongo el tapón y dejo que se vaya llenando.

23.05
Abro mi armario y saco unas sabanas y unas cuantas mantas, y al sacarlas del armario descubro, mi camisón favorito, es de verano, pero hace tanto que no me lo pongo que me lo voy a poner, con estas mantas no tendré frío. Hago la cama y las sabanas y mantas desprenden un agradable aroma a suavizante, al igual que el camisón, mama era muy cuidadosa con esas cosas.

23.25
Vuelvo al cuarto de baño, desprende un calor embriagador, el espejo esta empañado y veo mi imagen distorsionada en él. Me quito las medias, el vestido y la ropa interior, me introduzco en el agua caliente, y siento como todo mi cuerpo se relaja, pero involuntariamente mi mente no deja de pensar, John y Rose, maldita sea, como he podido ser tan idiota, como no pude darme cuenta…

23.45
Ya limpia y con el cuerpo que ya ha entrado en calor, me seco y me pongo el camisón, apago las luces y me meto en la cama, no dejo de pensar ¡Malditos sean!.
No puedo dormir, quizás deba comer algo, después de haber estado toda la tarde cocinando, aún no había cenado nada.

24.00
Me pongo una rebeca sobre el camisón, aunque no tengo sensación de frialdad. Pienso mientras bajo descalza las escaleras, no tengo zapatillas de casa, pero hay una sensación cálida en la casa.
¡Se me había olvidado por completo que la chimenea estaba encendida! .Menos mal que no me dormí, podría haber pasado cualquier cosa. Voy a la despensa a ver que encuentro, hay varias latas, azúcar, harina, levadura, sal, cereales, patatas, y en la nevera, yogures, leche, chocolate, algunas manzanas y hortalizas. Decido recordar mejores momentos y a pesar de la hora, elijo hacer un bizcocho, no tengo prisa, no tengo nada…

24.10
Meto la masa del bizcocho en el horno, estoy pensando que mañana llamaré a Joan, voy a cogerme esas semanas de vacaciones que tenía atrasadas. Me recargaré aquí de energía, y cuando vuelva recogeré mis cosas de esa jodida casa, ahora mismo comienza una nueva hoja del libro de mi vida.

24.15
Miro por la ventana y veo que la lluvia ha cesado, todo vuelve a estar tranquilo.
Pero cual fue mi sorpresa al descubrir a un hombre sentado en la mecedora del jardín, aquella en la que tantas veces había visto las estrellas. Me estaba mirando a través de la ventana y yo le miraba a él. Tenía el pelo blanco recogido en una coleta larga, pero no parecía mayor, sus ojos eran negros como la noche, al igual que su ropa, un traje de chaqueta muy elegante. Sus facciones eran perfectas, parecían esculpidas, su piel pálida, parecía una de las más bellas figuras de Miguel Ángel.
No tenía miedo, sino curiosidad, y en contra de toda cordura me dirigí a la puerta de la entrada y la abrí. Antes de abrirla por completo el ya estaba allí, como si hubiera leído mis pensamientos.
Pronuncio mi nombre, con suavidad y dulzura, o eso me pareció, pues sus carnosos labios no se movieron ni un ápice.
Sus ojos negros y profundos, desprendían tristeza, ¿sería su dolor parecido al mío? Me tendió su mano, coloqué la mía con cierta desconfianza, estaba fría como el mármol. Pero ya no tenía miedo, me sentía segura, me sentía en paz, acerco mi cuerpo al suyo y acaricio mi cabello aún húmedo.
Me habló de siglos e historias ya pasadas, países y ciudades, con las que yo había soñado miles de veces en visitar, de luchas y venganzas, llantos y lamentos, amor, soledad, tristeza.
El aroma del bizcocho embriagaba el ambiente, transmitiéndome la agradable sensación de tiempos ya pasados.
Dijo que yo le necesitaba como él me necesitaba a mí. Me prometió que nunca mas estaría sola, que guiaría mis pasos, que yo sería siempre suya y él sería siempre mío, que ya no volvería a tener miedo, que sería feliz.
Unas lágrimas se desprendieron por mis mejillas, ¿me estaba volviendo loca? ¿Verdaderamente estaba ese hombre allí? Y si era así ¿Por qué creía lo que me decía?
No sabía su nombre, no le conocía, no sabía como había llegado hasta allí, pero le creía.
Retiro las lágrimas de mi rostro y nos fundimos en un gélido abrazo, solo tienes que decir que sí, susurró en mi oído.
Sí, dije sin ningún tipo de duda. Sus carnosos labios se colocaron cuidadosamente en mi cuello, como el más sabroso y dulce beso. Mi vida fluía, me abandonaba, pero extrañamente me sentía más viva que nunca, sus brazos rodeaban mi cuerpo, no tenía miedo.
Los primeros rayos del alba, nos sorprendieron en nuestro extraño ritual, mi misterioso visitante me cogió en brazos, y me introdujo en la oscuridad de la casa, mientras me acariciaba el pelo y la cara.
Otra vez me había aferrado a unas promesas que no sabía si se cumplirían, de lo que si estaba segura, es que si esto es estar muerta, cuanto tiempo perdí estando viva.

4 comentarios:

  1. Como siempre te he comentado escribes divinamente mi niña,sigue asi,TKM

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  2. Sin duda espectacular frase final como resumen de una espectacular historia que nila saga twinlight puede igualar eh?
    Me ha encantado.
    Por cierto si describes asi las cosas igual te gustaria ser Master :P

    Besitos wapaaa

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  3. Hola Gina V., me ha gustado mucho el giro del relato. Precisamente la parte final, que era la que me faltaba por leer, es muy interesante. además me gusta mucho la secuenciación por horas, porque en cuestión de muy poco tiempo la vida de la protagonista cambia totalmente (de noche viva aún, y al llegar la medianoche... jejejje).

    Me gustaría mucho que siguieras escribiendo con asiduidad. Ya me cuentas. Luego te veo, maja ;)

    Hablamos!

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  4. conmovedora y aterradora? a la vez...parece ser que la protagonista estaba deseando llegar a estar muerta...hace poco he leido un libro de Anne Rice en el cual el protagonista es un vampiro, un mo muerto, que lleva ya siglos en ese estado y desea ser un mortal para volver a sentir...una vez redescubierto la realidad y la crudeza del dolor, del hambre, del frio y de las limitaciones de ese cuerpo, desea recuperar su estado vampirico....eso me ha hecho pensar en la supuestra debilidad humana, en lo expuesto que estamos a que nos acontezca cualquier accidente tanto fisico como emocional..pero es precisamente esa exposicion, la realidad y la aventura del vivir....

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