
Paula cerró enérgicamente las pastas de su libro de autoayuda. Estaba feliz, llena de energía. Por fin, había acabado el libro que cambiaría su vida. Apretó el libro contra su pecho, fundiéndose en un extraño abrazo entre ella misma y “El Libro”.
Eran las 21.00 de la noche, hora en la cuál durante 10 años (los años que llevaba viviendo sola) y sin excepción de un solo día, se ponía manos a la obra para prepararse la cena, pero… hoy no. “El Libro” decía que debía desecharse de las normas autoimpuestas, dar paso a la improvisación, a lo desconocido.
Obedecer a diario normas que nos autoimponemos, nos puede causar una sensación de estrés y desasosiego si no conseguimos lo deseado. Recordó literalmente. Aparecía en el capítulo dos, en uno de esos recuadros amarillos con los que tenía que tener especial atención.
Para romper esa rutina, Paula pensó, que esa noche no se haría ella misma la cena, saldría a comprarla, y así, a su misma vez, daría un paseo aprovechando la temperatura primaveral de esa noche.
Estaba contentísima con su nueva decisión.-Un buen comienzo- Se decía para sus adentros. ¡Es más!, se compraría de cena, una de esas hamburguesas que tenía mucho más que prohibidas, (pues se alojaban directamente en sus caderas, y eso era algo impensable para ella, que siempre tenía que estar perfecta). “El Libro” decía que era bueno darse algún que otro capricho para motivarse, incluso premiarse. Y qué mejor día para premiarse que en esa agradable noche primaveral, en la que como proclamaba el mismísimo título de “El Libro” Hoy comenzaba el día de su nueva vida.
Cerró la puerta de casa y mientras echaba la llave a la cerradura recordó el siguiente paso: El sitio que ocupas en el mundo. << Es algo físico, real. Como personas ocupamos un sitio y un espacio determinado, no hay que avergonzarse de ello>>.
Dió un giro de 360 grados sobre sus talones, (el mismo que pretendía dar a su patética vida), los últimos rayos de sol iluminaron su rostro. Enderezó su espalda, alineo sus hombros y elevó su barbilla. Ya estaba preparada para iniciar su paseo ocupando su sitio en el mundo.
Daba pasos firmes y seguros, parecía más alta, más ligera, más grácil…parecía más libre. Una amplia sonrisa se dibujo en sus labios. Le gustaba esta nueva sensación, se imaginaba así misma como una torpe oruga, que se había convertido en una preciosa mariposa. Como una vieja encorvada, llena de arrugas, aferrada a su bastón, que había vuelto años atrás siendo una bella niña llena de júbilo.
Llegó a su destino y pidió esa hamburguesa que tenía más que prohibida, mientras esperaba su pedido, se sentó en una silla de la hamburguesería, y continuó repasando mentalmente el contenido de “El Libro”.
<< En el ámbito laboral, haz saber lo que te gusta y te disgusta, prepara un buen ambiente y expón ideas para mejorarlo, hazte valer. >>
Pensó en su trabajo, le encantaba su trabajo en la oficinaSus jefes siempre habían sido muy atentos con ella, recordó la última vez que había hecho horas extras. Aparte de verlo reflejado en su sueldo,el Jefe de Departamento de Sección, había ido ha agradecérselo personalmente.
Pero últimamente no tenía ganas de ir a trabajar, concretamente desde que contrataron a Miguel. Supuestamente le contrataron para ayudarla a ella a agilizar su trabajo, pero lo único que hacía era entorpecerlo y meterse con ella. Meditó cuál debería ser su actitud frente a esta situación…. “exponer ideas, hacerse valer”… Mañana mismo hablaría con sus jefes, quería a ese misógino y estúpido personaje fuera de “su” despacho, que lo colocaran en otra sección o sirviendo cafés, ese no era su problema.
Un trabajador de la hamburguesería le sacó de su estado de embelesamiento agitando su mano derecha y con una sonrisa en su rostro. Su pedido ya estaba listo, pagó y se fue. La puerta de la hamburguesería se cerró con un ligero chirrido, y se dio cuenta que no le había dado las gracias al chico que le atendió, a pesar de su amabilidad. Su primer instinto fue entrar otra vez, disculpase y desearle que el resto de la jornada fuera agradable.
Pero de pronto, otro recuerdo se pasó por su mente como un rayo << Puedes y debes expresar lo que quieres y deseas, no hay por que avergonzarse de las necesidades de uno mismo ¡Exprésalo!>>
Ella expresó lo que quería, una hamburguesa, se la sirvieron y pagó por ella, pagó un servicio que había pedido, no había que darle mayor importancia. Mientras se decía esto comenzó el regreso a casa.
Noto la hamburguesa caliente en la bolsa, y pensó en Clara, su hermana. Clara siempre la regañaba, a pesar de ser su hermana menor. No le gustaba que fuera tan estricta consigo misma. Si la viera ahora mismo con la hamburguesa en la mano seguro que se pondría muy contenta. Se dio cuenta que hacía mucho tiempo que no hablaban, cuando llegara a casa la llamaría por teléfono, podían hacer algo juntas este fin de semana. Aunque no sabía como estaría Clara de ánimo, desde que murió Fredo, su perro, hace un mes, estaba que no levantaba cabeza. Paula pensó que dramatizaba demasiado, ese maldito perro no hacia otra cosa que ladrar y mearse por todos lados, ¡que se compre otro! << A problemas,soluciones>> decía “El Libro”.
De repente algo llamó su atención, un reflejo en el escaparate de una librería, su reflejo.
Se paró en seco mientras se observaba en el cristal, todos y cada uno de esos pensamientos habían salido de ese cuerpo, de ella. Con cierto miedo comprobó, que había pasado de la postura de víctima que tanto detestaba, a la de monstruo que tanto odiaba, y lo peor, es que creía que le gustaba.